martes, 27 de septiembre de 2011

Toloño

Puede que sea una percepción individual, o quizá familiar, pero creo que Berganzo siempre ha mirado al monte Toloño con una mirada de pertenencia, o de posesión, que, en mi opinión, les hace inseparables.
Su proximidad a la cumbre, su bosque con sus recursos, sus pastos para el ganado o su altura con sus vistas pueden ser razones por las que es habitual que los vecinos de Berganzo suban a Toloño asiduamente, de forma individual o colectiva.
¿Pero, a parte de esos sentimientos intangibles, qué hay, o hubo, en ese monte Toloño capaz de crear esa atracción?

El monasterio

Vamos a comenzar hablando del monasterio: Santa María de Toloño (también se ha denominado Nuestra Señora de los Ángeles). Este monasterio fue construido por la Orden de San Jerónimo y las fechas de su fundación resultan bastante dispares.
Os dejo unas fotos que realizó Indalecio Ojarguren en 1953 y 1962:


Es fácil encontrar en Internet (en wikipedia, por ejemplo) referencias a su creación en el siglo IX, pero sin documentar mas allá de la propia página web.
Por otro lado, en el libro El arte de la Orden Jerónima: historia y mecenazgo, de Isabel Mateo Gómez, Amelia López-Yarto y José Maria Prados García, se hace referencia a este monasterio y a su origen en la primera centuria de vida de dicha orden, información contrastada además por José de Sigüenza, del que mas tarde hablaremos.
Según este libro, “obtienen la bula Salvatoris humani generis del 15 de octubre de 1373, que puede considerarse el documento fundacional de la Orden de San Jerónimo” por tanto difícilmente podremos hablar de el levantamiento de Santa Maria de Toloño antes del siglo XIV. Además los autores incluyen este monasterio entre las fundaciones de la centuria 1373-1473” de un total de 36 monasterios que la orden fundó en su primer siglo de vida.  De todos ellos, y siempre según el citado libro, 9 cerraron a los pocos años de vida, entre los que se encuentra el de Toloño. Al hablar del monasterio de Santa Catalina de Badaya y de Santa Maria de Toloño, los autores dicen lo siguiente Ambos monasterios tienen su origen en casas fuertes junto a las que se construyeron ermitas. Fueron cedidas a la Orden Jerónima, pero su vida fue muy breve, ya que el primero se dejó en 1472 pasando a manos de los agustinos y el segundo (el de Toloño) se cerró en 1417, haciéndose cargo el Obispo de Calahorra, el cual envió como capellán, a un clérigo de Labastida. Quizá fue su cercanía al monasterio de La Estrella la causa de que no prosperasen”.
Así bien nos encontramos que la Orden de San Jerónimo se funda en 1373 y que unos frailes jerónimos levantan el monasterio de Santa María de Toloño, abandonándolo en 1417 en manos del Obispo de Calahorra, por tanto tenemos un intervalo de 44 años en los que podríamos asegurar que fue construido dicho monasterio.

Como hemos mencionado, José de Sigüenza en su Historia de la Orden de San Jerónimo, cap. XXXII p.155-156, de entre los años 1595 y 1605, nos relata el porqué del cierre del monasterio por parte de los frailes jerónimos:

CAPITVLO XXXII
“De algunos monasterios que tuvo al principio esta religión. La causa de deshazerse dellos.[…] En el Obispado de Calahorra huvo vna casa, que se llamó santa María de Tolonio: Era hermita donde también se entiende que vivian algunos hermitaños del mismo proposito de los de mas, que hemos visto, fundadores desta religión. Con la devocion grande que tenia a la orden de san Gerónimo don luán de Guzman su Obispo, (como lo mostró bien la fundación de san Miguel del Monte) quiso que también fuesse casa della. Diola al príncipio al monasterío de san Miguel, porque tuuiessen alguna mas renta, con que passar su pobreza. Después pareció que podrían hazer cabeza por si, y formar convento con la renta que tenían y algunas esperanzas demás. Traxose para esto confirmación del Papa Benedicto XIII. y ansi se puso en pie con su Prior y Frayles. No he sabido el numero: dezian el offício divino lo mejor que podian, y sustentaron aquellos principios de religión algunos años, cayendo y levantando, padeciendo muchos trabajos, y pobreza en tierra que no les sobrava a los naturales, y mas no aviendo de salir a pedir. Halláronse Príor y Procurador de esta casa después de la vnion de la orden; en algunos Capítulos generales dieronles assiento conforme a la antigüedad, y tenia lo que qualquier otro convento. Como la pobreza los apretava por vna parte, y por otra la orden no les dava licencia para pedir publicamente, vieronse en suma misería: no podian tan poco recebir novicios, porque no avia con que sustentarlos: no llegavan al numero que era menester para guardar la forma de las ceremonias, y santas costumbres: los pocos que estaban, no eran nada granjeros, ni la tierra los ayudava. Vistas tantas descomodidades, o impossibilidades por el Capitulo general, determinóse de dexar la casa, porque era ponerse en ocupación, y solicitud de andar buscando con que apoyarle tantas quiebras. Con todo esso no se abalanzaron por la relación. Dieron poder a los Visitadores generales para que lo mirassen, y considerassen bien: y si estas razones eran tan fuertes, como se presentavan, las deshiziessen dexandolo todo a su prudencia. El año mil quatrocientos y diez y siete, llegaron alli, alláronlo aun peor que se dezia, es- pantáronse de la paciencia de los santos religiosos que avian aguardado tanto, hizíeronles gracias por su buen exemplo, y repartiéronlos por diversas casas de la orden, mandando que los recibiessen a la profession y filiación: que esto se vs6 [¿vio, fizo?] algunas vezes al principio desta orden, quando avia causas suficientes. Renunciaron luego todo el dominio y possesion de quanto alli pertenecía a la orden, y a los hijos de aquel convento, en manos del Obispo de Calahorra, que se llamava don Diego, para que dispusiesse della como mejor le pareciesse. De aqui se entiende, que en tanto que don Juán de Guzman su antecessor de don Diego vivia, los religiosos pudieron con sus lymosnas sustentarse; en faltando, no pudieron. El Obispo aceptó la renunciación, y proveyo luego a Martin Fernandez Bastida clérigo, para que la sirviesse como Capellán: aansi tuvo fin esta casa, que nunca mas se levantó, aunque los religiosos de la Estrella tomaron a intentar que la casa se vniesse como estava primero con su convento, que avia heredado lo de san Miguel del Monte, mas no tuvo effecto. “
 
Creo que se puede ver en este texto la imposibilidad de los frailes para sobrevivir sin ayuda externa en lo alto del monte y el inevitable abandono en 1422 de Santa Maria de Toloño. Poco después se formo la hermandad de la Divisa, compuesta por las villas de Peñacerrada, Labastida, Salinillas de Buradón, Berganzo, Ocio y el Condado de Treviño, que se encargarían de su gobierno y administración, hasta que el monasterio quedara destruido en 1835 por un incencido en la primera guerra Carlista. Anteriormente hemos mencionado, en el libro El arte de la Orden Jerónima: historia y mecenazgo que el monasterio de Toloño, al igual que el de Badaya fue construido  junto a una casa fuerte, y es que en Toloño hubo un castillo en lo alto de la Peña del Castillo (que casualidad, no?)

 El castillo

                   En la eciclopedia navarra encontramos los siguientes datos referidos al desaparecido castillo roqueño.


TOLOÑO, Castillo de

Perteneciente a la corona de Navarra, estuvo situado en época medieval no lejos de Labastida, a corta distancia de las ruinas del santuario de Nuestra Señora de Toloño, "en lo más elevado de un risco que remata en figura cónica". Su construcción se atribuye a Íñigo Arista, en el siglo IX.
En 1280 era alcaide del castillo Lope García. Por entonces se hizo una cisterna nueva, una bodega, un palacio de nueva fábrica "todo aderredor de la peynna", que costó 53 libras, y 4 casas o cámaras residenciales, que costaron 95. Para las obras hubo que derribar una peña que estorbaba, a destajo.
Más tarde, entre los años 1290 y 1308, aparece como alcaide el caballero Juan Ortiz de San Millán, con 20 libras y 100 cahíces de retenencia. Le sucedió Lope Roiz de San Vicente, que seguía en el puesto en 1321, con una asignación de 16 libras y 80 cahíces. En 1334 se nombró a Juan Díaz de San Vicente.
Carlos II confió la guarda en 1351 a Juan García de Otazu, escudero, con 8 libras y 40 cahíces anuales. Seis años después, el infante Luis la traspasó a Gómez González. Entre 1368 y 1370 aparece como alcaide en los comptos Juan Fernández de Tovera. En 1375 había entrado ya en su lugar Ferrán López de Dávalos, que en 1383 llevó a cabo obras, supervisadas por el mazonero Juan García de Laguardia. Le sucedió en 1402 Sancho López de Dávalos, que estuvo hasta 1423. Ese año, Carlos III nombró en su lugar a Sancho Díaz de Dávalos, que perdió el castillo frente a los castellanos, en la guerra de 1430. A raíz de este suceso, permaneció algún tiempo en poder del rey Juan II de Castilla.
Restituido de nuevo a la corona de Navarra, la reina Blanca y Juan de Aragón nombraron alcaide, en 1436, a Juan Gómez de San Vicente, con 8 libras y 30 cahíces de retenencia. En 1441 lo tenía a su cargo Gil de Zuasti y al año siguiente, Pedro de Frango. En 1445 el Príncipe mandó que se le dieran 15 florines por ciertas obras que llevó a cabo. Dos años después, un carpintero de San Vicente rehizo las puertas del castillo por algo más de 8 libras. A partir de 1446 vuelve a aparecer en los recibos de la retenencia Juan Gómez de San Vicente.
En 1461 el castillo cayó definitivamente en poder de los castellanos, junto con otras plazas y fortalezas de la comarca, que posteriormente pasarían a integrarse en las hermandades de Álava.

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